Trabajar desde casa es tan maravilloso como retador en más de un sentido. Desde tener un espacio físico que sea tuyo de ti (valgan las redundancias) hasta tener momentos de privacidad para concentrarte en aunque sea UNA cosa sin que alguien te esté llamando mamaaaaaaaaaaá ayúdameeeee a servirme cereal. Uf. ¡Qué fuerte! Y así no…
(sí leíste mi libro, este capítulo te va a ser familiar, si no, cómpralo acá! 😉 ) Si hay algo que aprendí rápidamente desde qu decidí que trabajaría desde casa y no más en una oficina, es que auto emplearte y ser independiente no es para cualquiera. Requiere de mucha constancia, de creatividad y muchísimo más…
A medida en la que (literalmente) vas viviendo tu casa, es inevitable que el desorden aparezca. Y por vivir tu casa me refiero a usar cada ambiente en su más amplio significado, usarlos de verdad. Años atrás, en la casa de mis papis, teníamos un hall de estar en el segundo piso, algo parecido a…
Es un hecho, una realidad que pronto prontito será efectiva, compartiré mi oficina con el área de juego de Valentina. Finalmente tendrá su propio espacio para guardar sus juguetes y yo me reduciré (feliz de la vida en verdad porque me va a servir para depurar MUCHO) a una pared. En realidad yo no trabajo…